Frente a la costa gaditana, el langostino pasa sus d\u00edas enterrado en aquellos fondos arenosos, al resguardo de los depredadores. Con la ca\u00edda de la noche, el langostino sale de su refugio para alimentarse de coquinas, de almejas y de otros ricos e infinitos microorganismos de los arenales. Al llegar el alba, el langostino aprovecha los \u00faltimos instantes de oscuridad para seguir nutri\u00e9ndose antes de volver a ocultarse bajo la arena.<\/p>\n

En ese instante, el langostino guarda en su carne toda la intensidad de los sabores de su alimentaci\u00f3n en un cuerpo limpio de digestiones e impurezas. Las redes de trasmallo capturan en el langostino en ese preciso instante.<\/p>\n

Gracias a este arte de pesca artesanal, cada pieza mantiene intacta todas sus cualidades tras la pesca. Menos de 24 horas despu\u00e9s, el langostino del alba llega a nuestra cocina.<\/p>\n

Lo asamos a la sal, para que la fuerza salina cale en su fino caparaz\u00f3n y potencie el sabor dulce propio de la carne. Pero la historia completa de su elaboraci\u00f3n en El Se\u00f1or Mart\u00edn la dejamos mejor para otro d\u00eda.<\/p>\n<\/div>